Para que la mamá pueda alimentar al bebé de la mejor manera,
es necesario que ambos estén concentrados en esta tarea, que su entorno sea
idóneo y que no haya interrupciones.
Un ambiente tranquilo: tanto el bebé como la madre deben
estar concentrados en el momento de dar y tomar pecho respectivamente. Se
recomienda crear un ambiente tranquilo, sin ruidos molestos ni otras
distracciones, por ejemplo, apaga el televisor y no te levantes a contestar el
teléfono. En caso de que tengas visitas, lo mejor es que vayas a tu pieza, y si
tienes hijos mayores, trata de dejarlos entretenidos, -como coloreando un
libro-, para que no te interrumpan a cada rato.
Mudarlo: si el recién nacido está tranquilo, debes
aprovechar la oportunidad para cambiarle el pañal antes de alimentarlo. Con un
pañal limpio se va a sentir más cómodo para mamar, además, ya no lo tendrás que
cambiar después de darle pecho y evitas despertarlo en caso de que se quede
dormido. También es útil mudarlo en la noche sólo cuando es necesario, ya que
si despierta, se puede demorar en quedar dormido.
Lavarse las manos: aunque no es la madre quien va a comer,
es necesario que se lave bien las manos con jabón antes de cada comida del
recién nacido. No es necesario lavarse los pezones cada vez que le da pecho ni
tampoco hacerlo con jabón. Basta con lavarlos con agua una sola vez en el día.
En una posición cómoda: el tener dolor muscular es parte
habitual de los padres que no estaban acostumbrados a llevar a un bebé para
todos lados en brazo. Por eso, es muy necesario que al momento de amamantarlo,
la madre esté en una posición cómoda y tenga el apoyo necesario para la espalda
y el brazo que sostiene al niño.
Destaparlo: si tu recién nacido está tapado con muchas
cobijas, des tápalo un poco para que lo acaricies mientras le das pecho.
Calmar al bebé que llora: si está alterado y no deja de
llorar, es mejor que lo calmes, ya sea arrullándolo, abrazándolo, o dándole un
paseo en brazo. Lo importante, es que esté tranquilo al momento de comer, de lo
contrario, no va a poder tomar leche, y si llega a lograrlo, se va a
indigestar.
Despertarlo: si tu hijo está medio dormido cuando le toca la
hora del pecho, debes despertarlo. Esto lo puedes hacer acariciando su mentón,
mejilla o cambiándole la ropa.
Establecer contacto: la tarea de dar pecho, no tiene como
fin sólo satisfacer su apetito, sino también su necesidad de cariño. Por eso,
mientras los alimentas, debes tener un contacto con las manos, los ojos y la
voz.
Sacar los gases: como práctica rutinaria, cuando cambies a
tu recién nacido de un pecho a otro, debes tomarte un tiempo para sacarle los
gases. También debes hacerlo si ves que deja de chupar antes de tiempo, porque
puede ser que esté satisfecho por los gases y no por la comida.
Las mujeres han amamantado durante siglos, pero dar el pecho
no es tan simple como parece. Al principio, puedes sentir dolor en los pezones
hasta que tu recién nacido aprenda a agarrarse bien. Tendrás que experimentar
hasta que encuentres la posición más cómoda y quizás te preguntes si tu bebé
está comiendo lo suficiente. Si tu bebé padece reflujo, o si tienes que empezar
a trabajar, te enfrentarás a nuevos retos.
Sin embargo, con un poco de paciencia descubrirás que la
lactancia, además de proteger la salud de tu pequeño, te ofrece unos preciosos
momentos para compartir con tu bebé.
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